miércoles, febrero 23, 2005

Anónima

Una vez más salió a caminar. Por la misma calle. La misma ciudad.
"La soledad es terrible cuando uno está rodeado de gente", pensó.

Entró al mismo bar. Se sentó en la barra como de costumbre. Le sirvieron su trago.
Sentía seguridad repitiendo el recorrido. Las caras. Los cuadros. La esquina frente a la plaza.
Todo parecía conocido. Se sentía como en casa.

La rutina. Hace un mes no lo hubiese pensado. Entró al bar por casualidad, empezó a charlar con el chico de la barra.

Volvió a los tres días. La escena se repitió.
Una y otra vez.

Finalmente la sensación volvió. La aturdía.
Los olores conocidos. Las voces. Todo se volvía rápidamente familiar y eso la enloquecía.

La seguridad de la rutina la enfermaba. Prefería salir a caminar por la misma calle y entrar a otro bar.
Inestabilidad. Eso también formaba parte de su propia rutina. Pero ella no se daba cuenta.

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