lunes, marzo 28, 2005

Alejandro

Mi abuelo es un alemán fuerte, alto; tan gélido como sus ojos celestes, casi transparentes.
Siempre tuve la costumbre de sentarme en sus rodillas y despeinar su pelo engominado, impecable como él, que me miraba y sonreía complacido.
Nuestras ideas políticas son irreconciliables, extremadamente opuestas. Sobre religión tampoco podemos hablar. Pero sin embargo nos entendemos y todo solamente con un gesto.
Mi abuelo tiene 84 años, la naturaleza sigue su rumbo y parece que él no puede seguirle el ritmo.
Desde su cama me observa, sonríe, deja que lo cuide, lo abrace y le de besos interminables...deja que entienda que cualquier día puede ser el último...que lo que le conté ayer, puede ser lo último que escuche...que mis bromas de hoy, puedan ser las últimas que compartamos...

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