jueves, junio 02, 2005

Contreras

Suelo ser un poquitín contradictoria. En cosas simples. Y en otras más complicadas.
Por ejemplo: "Odio las aceitunas, pero muero por el aceite de oliva".
De causalidad un libraco cayó en mis manos de princesa el fin de semana. El autor, un conocido locutor (?) argentino es, a mi criterio, una de las personas más somníferas que he escuchado en mi vida. Pero como estaba aburrida lo empecé a leer, y descubrí en él un gran escritor de historias. De más está decir que después me di cuenta de que todo el mundo lo había leido y hace ya bastante tiempo. Pero yo sigo feliz con mi descubrimiento. Lo único que me molesta, es no poder transcribir todas las frases y relatos que me parecen increibles mientras las voy leyendo, porque sería imposible por una cuestión de tiempo y espacio.

La última que me acuerdo dice algo así como: "La incredulidad es la sabiduría que se permiten los hombres vulgares".

Por supuesto, estoy leyendo a Alejandro Dolina.

1 comentario:

Hernan dijo...

El Negro es lo más grande que hay.
Tuve la suerte de conocerlo y laburar con el, y me desencanté un poco, pero ese si que es un groso.