jueves, mayo 12, 2005

Dice que ya no quiere vivir. Que está cansado. Que no quiere volver a su casa.
Le digo que no sea exagerado. Que se deje de joder. Y me rio suavemente.
Pero me mira y en sus ojos claros como el cielo se puede descubrir un tinte nocturno. Se le está marchitando el cuerpo, el espíritu, el aura.
Nada en él, se condice con esa imagen de fortaleza a la que estoy acostumbrada. Con las palabras y los movimientos enérgicos que le conocí.
Mis piernas se aflojan. Mis ojos se nublan. Mi garganta se cierra cada vez que le escucho la voz temblorosa y no puedo ya ni hablar.

Cada persona que quise y se murió, se llevó una parte de mi alma. Espero no morirme muy vieja. Porque si así sucede, me voy a haber muerto vacía.

No hay comentarios.: