viernes, mayo 06, 2005

Una ciudad que no duerme

Una vez más, me encotré caminado de noche por la ciudad. Esta vez, por una calle olvidada y venida a menos, pero con un "no se qué" porteño muy particular: Lavalle.
Experiencia subrrealista si las hay, gente que sale del trabajo, que trabaja en la calle, que vive en la vereda, que camina con rumbo como yo, o que simplemente pasa por ahi.
Una señorita que como te escucha hablar en otro idioma fuerza un acento extraño -algo asi como un portuñol cordobés- y te invita a pasar a un tugurio muy característico de la zona. Un microemprendimiento con una señora que vende budín de vainilla, mientras su acompañante -disfrazado de payaso- lo promociona por medio de un micrófono. Volanteros por millones y algún que otro viejito con su bandoneón, que con notas que recuerdan a la película "Amelie", tiñen ésta peatonal tan nuestra de colores parisinos...

Yo simplemente quería cortar camino para llegar al frencho bar de microcentro. Pero Buenos Aires siempre me gana. La miré a Maru y le dije: "Que ciudad increíble, no te das una idea de cuánto la extrañaba".

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